lunes, 5 de abril de 2010

Verdad y olvido

En el antiguo Egipto, cuando un faraón sucedía en el trono a otro que le cayese gordo, se borraba su nombre de los monumentos, se tachaba en las crónicas y estaba prohibido pronunciarlo en voz alta. A partir de ese momento se lo trataba como si no hubiera existido, y a sus actos, buenos o no, como si no fueran suyos.

Y sin embargo, todos estos esfuerzos eran en cierto modo bvanos, pues no se puede cambiar el pasado. Se puede enmascarar, se puede distorsionar, pero no cambiar.

A los jóvenes se les puede contar la versión que uno prefiera, con nombres borrados, con censura, con medias verdades. Pero siempre habrá alguien que recuerde. Alguien que sepa. Alguien que, decepcionado, mueva su cabeza con desaliento.

En el antiguo Egipto, si se hacía bien, en dos generaciones ya nadie recordaba al faraón caido en desgracia. En el siglo XXI, edad dorada de la comunicación, queda constancia de todo en la red. Y cuando algo está en la red está al alcance de todo el mundo. Ya no es necesario recordar la información, sino, simplemente, tener el enlace.

En el siglo XXI, intentar borrar a alguien de la historia es virtualmente imposible. Intentar hacer pasar ciertas falsedades como verdades es harto difícil. Especialmente si los internautas a los que intentas colarles la historia son los mismos que conocen la verdad.

Sin embargo, el ser humano no cambia. El hueso con el que el mono le partía el cráneo a su colega ha sido sustituido por una carabina semiautomática con mira telescópica y culata desmontable, pero el gesto simbólico de su uso es exactamente el mismo. Y así como en el antiguo Egipto el talante humana e infantilmente vengativo llevaba a los faraones a condenar al olvido a sus sucesores, ahora en el siglo XXI ese mismo talante lleva a ciertas personas a intentar hacer exactamente lo mismo.

Con una diferencia. En el antiguo Egipto, el miedo y la dificultad para el flujo de información aseguraban la efectividad del método, y con ello, el nuevo faraón era aclamado como un héroe.
En el siglo XXI, la impunidad que dan el anonimato y la distancia virtual y la facilidad para el tránsito de datos aseguran la ineficacia de esta práctica, y con ello, convierten al que la aplica en poco más que un necio pretencioso, objeto de la burla y el desprecio de los demás.


A todos aquellos que ocultáis la parte de las historias que no os gusta, aunque de este modo déis la espalda a vuestro propio pasado, os compadezco.

8 comentarios:

Nimendil dijo...

La verdad es que no estoy seguro de si todo eso de egipto pasaba de verdad o sólo con el faraón negro de los relatos de Lovecraft.

Khazum dijo...

Da igual, el mensaje está claro. Palabra de Lovecraft.

Amén

Anónimo dijo...

Hm, sí sé que el faraón tenía el poder de reescribir lo que se le diera la gana y por eso en la mitología egipcia habían tantas versiones de las historias de los dioses (muy, muy confusa, a decir verdad. Yo aún necesito leer mucho), pero no sabía que se hacía con gente 'real' (Lo digo entre comillas porque... quién sabe. Los dioses podrían haber sido gente con características que recordaban a los animales que representaban. Puede ser).

Como dijeron arriba, sí, el mensaje es muy claro y aunque uno trate de ocultar algo, siempre sale a la luz, de una u otra forma. Conmigo, cuando callo algunas cosas, y después las digo, es porque el sentimiento de culpabilidad es muy grande. O bien no tenía otro tema de conversación.

Ahora nada es privado, por Dios. Bueno, uno publica en la red lo que se le da gana, no necesariamente todo es cierto...

... Interesante reflexión Nimendil :D. Me dejaste pensando. Muchos abrazos para ti.

Dinorider d'Andoandor dijo...

:S

Entendí
lástiam que sea así



lo de los faraones también lo he oido, visto

Ene Fluorescente dijo...

Si no me equivoco, en China los emperadores hacían algo parecido ¿no? mandaban quemar todos los libros para que el pueblo pensara que la historia empezaba con ellos.

(Palabra de verificación: frotar)

Lograi el Luciérnago dijo...

Ene, eso se hizo una vez. No recuerdo qué emperador fue, pero no era algo que se hiciera normalmente...
En el Imperio Romano se hacía algo que se llamaba "Damnatio Memoriae", creo. Cuando el anterior emperador fue un bicho, como Nerón, en lugar de eliminarlo de la historia, se le ponía a parir, y se le daba un lugar de deshonor en la Historia. En cambio, si fue un buen emperador (como Augusto, Nerva, Trajano o Julio César, aunque no fue Emperador, si no el último Cónsul), se le divinizaba.
Ahí, sin término medio :P
Respecto a lo dicho por Nimo... "¿Para qué reabrir viejas heridas?" xD

Bano Tuk dijo...

Me hizo mucha gracia cuando lei esta entrada, y se lo comentaba a un colega, comentando la forma de afrontar segun que problemas de un conocido, que mantenia que lo mejor era dejar que psase tiempo y hacer como que no pasaba nada, pero cuando me entere por explicacion de Khazum a quien la dedicabas, me hizo aun mas gracia.
Con diferencia esta ha sido la entrada que mas me ha gustado, de las que has escrito.

Nimendil dijo...

Si, tiene mucha gracia, verdad?