sábado, 17 de abril de 2010

Aterrizaje de emergencia

Para los que no se creían que piloto aviones rusos. Ahí me tenéis saliendo de mi Lavochkin después de un aterrizaje sobre la panza.


Los que conocéis mi cara, veréis que en efecto soy yo. Con mi chupa y mis vaqueros.

Bien, este post es sólo una advertencia, un preámbulo, porque voy a empezar a sacar imágenes y batallitas de mis peripecias en los simuladores de vuelo.

lunes, 5 de abril de 2010

Verdad y olvido

En el antiguo Egipto, cuando un faraón sucedía en el trono a otro que le cayese gordo, se borraba su nombre de los monumentos, se tachaba en las crónicas y estaba prohibido pronunciarlo en voz alta. A partir de ese momento se lo trataba como si no hubiera existido, y a sus actos, buenos o no, como si no fueran suyos.

Y sin embargo, todos estos esfuerzos eran en cierto modo bvanos, pues no se puede cambiar el pasado. Se puede enmascarar, se puede distorsionar, pero no cambiar.

A los jóvenes se les puede contar la versión que uno prefiera, con nombres borrados, con censura, con medias verdades. Pero siempre habrá alguien que recuerde. Alguien que sepa. Alguien que, decepcionado, mueva su cabeza con desaliento.

En el antiguo Egipto, si se hacía bien, en dos generaciones ya nadie recordaba al faraón caido en desgracia. En el siglo XXI, edad dorada de la comunicación, queda constancia de todo en la red. Y cuando algo está en la red está al alcance de todo el mundo. Ya no es necesario recordar la información, sino, simplemente, tener el enlace.

En el siglo XXI, intentar borrar a alguien de la historia es virtualmente imposible. Intentar hacer pasar ciertas falsedades como verdades es harto difícil. Especialmente si los internautas a los que intentas colarles la historia son los mismos que conocen la verdad.

Sin embargo, el ser humano no cambia. El hueso con el que el mono le partía el cráneo a su colega ha sido sustituido por una carabina semiautomática con mira telescópica y culata desmontable, pero el gesto simbólico de su uso es exactamente el mismo. Y así como en el antiguo Egipto el talante humana e infantilmente vengativo llevaba a los faraones a condenar al olvido a sus sucesores, ahora en el siglo XXI ese mismo talante lleva a ciertas personas a intentar hacer exactamente lo mismo.

Con una diferencia. En el antiguo Egipto, el miedo y la dificultad para el flujo de información aseguraban la efectividad del método, y con ello, el nuevo faraón era aclamado como un héroe.
En el siglo XXI, la impunidad que dan el anonimato y la distancia virtual y la facilidad para el tránsito de datos aseguran la ineficacia de esta práctica, y con ello, convierten al que la aplica en poco más que un necio pretencioso, objeto de la burla y el desprecio de los demás.


A todos aquellos que ocultáis la parte de las historias que no os gusta, aunque de este modo déis la espalda a vuestro propio pasado, os compadezco.