lunes, 30 de noviembre de 2009

RSS Feeds: Resistance is futile

Los lectores de feeds son una raza alienígena. Su objetivo (como no), conquistar el mundo.

Al principio se presentaron como amigos, simpáticos programas que nos ayudarían a filtrar el flujo de información para así poder controlar y organizar los datos que nos interesan. Muchos caímos en su trampa.

Cuando vimos que era fácil suscribirse a un sitio para recibir notificaciones cada vez que se actualizase, los navegantes de la red vimos una puerta abierta. Atrás quedaron esos tiempos de ir visitando uno a uno todos los sitios guardados en 'Favoritos' para ver si había algo nuevo.

Pero la comodidad es a veces nuestro peor enemigo. Ahora con el lector de feeds se ahorra mucho tiempo. Y con todo ese tiempo ahorrado se pueden hacer muchas cosas, como por ejemplo, suscribirse a todos esas páginas que antes no leías por falta de tiempo, valga la redundancia.

En fin, que os voy a contar, conocéis el procedimiento. "¡Hala, como mola este sitio! Venga, al lector de feeds". Y así uno tras otro. Ay, qué cómodo, qué cómodo. ¡JA! Lo que en un principio parecía ser una herramienta útil, dejó de serlo para convertirse en un ente malvado y de retorcido raciocinio a cuyo lado los trífidos, los ultracuerpos y los ewoks pararecen inofensivas plagas bíblicas.

Día tras día el lector de feeds te llama, comunicándote las nuevas cosas que tienes que leer. Es insaciable, siempre te da más y no descansa nunca. Siempre está ansioso, necesitado de tu interés. Su fuerza de persuasión es poderosa y te llama, como la planta de la tienda de los horrores, feed me, feed me! solo que en este caso el cuento ha cambiado y ahora es feeds for you, feeds for you!

Yo estaba atrapado. Llevaba una temporada que no daba abasto. No me servía de nada recibir tanta información, porque no podía asimilarla toda. Pero ayer dije BASTA. Me dí cuenta de que esto no podía seguir así cuando en un sólo día los feeds pendientes pasaron de 200 y pico a 1000+. Supongo que la lluvia hizo que nadie saliera de su casa y todo el mundo se dedicase a escribir. Aunque eso significaría que llovió también en otros paises y continentes.

En cualquier caso, tal avalancha en tan poco tiempo me llevó a plantearme una cosa. ¿Cuantas de las cosas que leo me interesan de verdad? ¿Cuantas me divierten de verdad? Sintetizando, tampoco hay muchas cosas que me interese seguir día a día. Principalmente las cosas de la gente que conozco, un par de tiras y algún canal de noticias.

Así que me he organizado. He abierto tres nuevas carpetas en el lector de feeds y he repartido contenidos. Lo he organizado como lo hize en la barra lateral del blog. La carpeta "Amiguetes", bajo cuyo título genérico he englobado las cosas que me interesan mucho, los blogs de gente que conozco y unos pocos sitios que me gusta seguir. La carpeta "Webcómics", de contenido obvio. Y la carpeta "Otros", que no he llamado "Basura" por respeto.

Con esta organización espero que todo sea más fácil. Ahora sé lo que me interesa leer y lo que no. Puedo seguir de verdad a los amiguetes y con el tiempo que me ahorro de no tener que filtrarlos de entre el resto de cosas, puedo incluso pasarme y comentar. Incluso podré leerme todos los relatos largos que tengo pendientes. Por ejemplo, podré volver a comentar donde Jotacé, que hace un montón que no lo hago. Antes comentaba en casi todos los posts. Nunca fui un Habitual, Crom los bendiga, pero incluso capturé algún PRIME que otro. ¿Y hace cuanto que no me véis por ahí?

No sé cuanto tiempo aguantaré sin que estas carpetas de lectura frecuente se me desborden otra vez y tenga que crear nuevas subcarpetas, pero por ahora espero poder resistir al enemigo invasor.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Tengo más suerte que cuando los rebeldes petaron la estrella de la muerte

El sábado por la mañana parece ser el mejor día para escribir un blog. Aunque pudiera parecer lo contrario, los efectos de la resaca del guerrero son totalmente beneficiosos para sentarse a escribir frente a un teclado. Y sobre todo es que el sábado por la mañana siempre hay algo que contar de lo que sucedió la noche anterior. Así que continuando con la tónica de los dos posts anteriores, hoy toca anécdota de viernes (sigue pendiente un artículo de opinión sesuda).

Esta vez es una anécdota sobre una tirada de percepción y una de suerte que te cagas. Nos dirigíamos Khazum y yo, riding the storm, al encuentro con los hijos de la tiniebla. Nada parecía diferenciar esta noche de cualquier otra. Y sin embargo era distinta: esta vez los dioses cabalgaban a nuestro lado.

Con desidia, mientras avanzabamos por desolation road, Khazum pateaba un trozo de cartón errante. En una de esas ocasiones, su puntapié (me encanta esta palabra) desvió el trozo de cartón y lo interpuso en la trayectoria de mis botas. Tentado estuve de hacer un chute con efecto y mandarlo allá donde Esperanza Aguirre perdió la virginidad.(*)

Por suerte estuve rápido y tiré percepción. Mi tirada fue un éxito y detecté que el presunto trozo de cartón tenía una cremallera. Era una especie de monedero femenino marrón muy feo. Lo pisé con el pie y parecía vacío, pero por una especie de intuición me agaché y lo recogí. Hice una tirada de suerte antes de abrirlo. Éxito crítico que te cagas en las bragas.

En su interior había 100 monedas de oro, expresadas en lo que vienen a ser dos billetes de 50 pavos. ¡Por Crom y las barbas de Odín! Qué golpe de suerte. Y lo mejor era que sólo había eso dentro. Ni DNI ni ningún tipo de identificación, con lo cual nuestras conciencias de legales-buenos no tuvieron nada de lo que preocuparse.

Imaginadlo. Este es el tipo de cosa que la gente siempre te cuenta y tú piensas ójala me pasase a mí alguna vez. ¡JA! Pues esta fue la nuestra. Por una vez, la suerte, la Fuerza y el favor de los dioses estuvieron con nosotros.

Y por lo tanto, lógica consecuencia, ayer noche la bebida de la victoria corrió a cargo del suculento botín (y a la salud de la pobre muchacha que lo perdió) y hay que ver lo bien nos supo. Qué disfrute, amigos, que disfrute. Fue la rubrica perfecta que necesitaba un día como ayer.


Y eso es todo. Sé que escribir esto es una invitación a que todo el mundo asegure que ese dinero era suyo, como ya ha hecho alguno por twitter (Lograi, amigo, sería un pelín más realista si vivieras en mi misma ciudad xD) pero mirad, al que diga que es suyo sólo tengo una cosa que decirle: ¡qué monedero más feo, hostia!


* @xurde acuñó la expresión en twitter y cuando me enteré vía @victorguybrush supe que tenía que usarla. Este post es sólo una excusa para hacerlo. ;)

sábado, 14 de noviembre de 2009

No sobreviviremos

Cuando vuelvo por la noche hacia mi casa me gusta pasar por la calle Serrano. En condiciones normales siempre la he evitado, es una calle aburrida, pero últimamente es justo al revés. El motivo es que nuestro querido alcalde, "el viagra" (ya sabéis, porque tiene toda la ciudad levantada), ha emprendido la obra del escorial en mitad de dicha calle.

El espectáculo de madrugada es sobrecogedor, lo más parecido a un escenario de post-apocalipsis urbano: La calle destrozada, maquinaria pesada repartida por ahí, como enormes cyborgs oxidados hace muchos años. Y ni un alma, todo es silencio. Como digo, me gusta ir por ahí. Me permito fantasear con que soy un superviviente de algún terrible desastre, que pertenezco a la última estirpe de la civilización y que todavía hay esperanza.

Pero ayer me enfrenté a la realidad. Caminaba yo recreándome en todas estas fantasías cuando oí unos ruidos delante, unos gorgeos blasfemos habría dicho Lovecraft. Avanzé intrigado, sin estar seguro de si el ruido era real o producto de mi imaginación.

Y allí delante, en un recoveco de las obras, amparadas por la oruga de un ciclópeo bulldozer, vi a tres chicas, apenas unas niñas. En mi mente imaginé que habrían nacido después de el colapso, claro. Una de ellas se encogía sobre si misma, atenazada por el espasmo del vómito, mientras sus compañeras la socorrían, una sujetándole el pelo, en el gesto universal de camaradería femenina, y otra sujetándola a toda ella, para que no acabase en el suelo, rebozada entre los restos de una escasa cena y una cantidad de alcohol exagerada para su pequeño cuerpecillo.

Y entonces comprendí que no hay esperanza. Aunque sobrevivamos al desastre, al apocalipsis tecnológico, a los zombies o a lo que sea que se nos venga encima, no sobreviviremos. Nosotros y nuestra estupidez seremos nuestro propio fin.